La organización del edificio y su relación con el terreno y su paisaje se sustenta en el aprovechamiento total de la pendiente que el predio ofrece. El punto edilicio más alto y preeminente se encuentra en lo alto de la pendiente. Desde allí podemos observar cómo la construcción se ramifica en descenso y se confunde con los niveles bajos del terreno y sus cultivos propios. Ese descenso se organiza respetando la forestación existente. Los viñedos se organizan de modo radial y responden totalmente a las formas de los diversos cuerpos del terreno, los abarcan, se funden y los abrigan amablemente. Se ha respetado y se ha usufructuado muy cuidadosamente un bosque de chañares que se emplaza al noroeste del predio.
El agua de la hijuela ingresa desde el oeste reguladamente en nuestro terreno y literalmente cae en un pozo húmedo que es el alfa y el omega de todas las circulaciones atractivas del edificio. Efectivamente en este punto crecen helechos visibles desde el espacio de la cava, que describimos más adelante. El agua, después de ser filtrada y depositada, ingresa al terreno y al edificio a la vez, viaja cubierta por el piso de la cava y termina nutriendo las viñas propias del conjunto. La composición formal del edificio está compuesta por muros que avanzan, rotan y ascienden desde distintos puntos del terreno. Todos se unen y rematan en un espacio de excelencia absoluta en la cumbre compositiva. En ese lugar albergamos una sala de degustación con vistas hacia todos los puntos cardinales, exceptuando el sur (perspectivas a la actual bodega Estancia Mendoza).