A partir del límite máximo de altura de 4,5 mts. impuesto a los terrenos vecinos al campo de golf, el suelo se rebajó y parte de la vivienda se apoya en el nuevo nivel de piso. Se logró así elevarla al máximo posible y a la vez responder a un importante programa de necesidades.
La excavación nos generó la idea de provocar la aparición de grandes rocas de formas copiadas de la irregularidad del corazón del suelo. En ellas sostuvimos la casa y sus habitantes.
Así se conformaron espacios, volúmenes y puentes que se encuentran muy amistosamente en un juego entre lo natural y lo cultural. Cajas habitables quedaron suspendidas sobre el verde y hacia éste. El campo de golf se «mete» por debajo de la casa y «aparece» en los jardines frontales de la vivienda y hasta la calle misma.
La vivienda, sus vistas, espacios, forestación, niveles y accesos, se fusionan con el paisaje de las canchas de golf. Así interior y exterior son una misma y vivible realidad. Así el proyecto, ya desde su concepción, se apropia de todo lo que lo rodea, de todo.
Todos los materiales más conectados con la naturaleza del lugar se mimetizan con los planos más verdes y propios, por sus formas, por sus texturas y colores, por su nobleza en general. Hormigón visto con la textura natural y fusionada con la veta de la madera. Chapa desnuda unida a la naturaleza por el óxido y luego protegida. Planos blancos y neutros para algunos volúmenes.
Esta casa es poesía porque vuela, porque conmueve, porque une, porque ama y porque se da…